miarroba
LA PLAYA Y EL MAR.

LA PLAYA Y EL MAR.

Lo contaron las aguas
con su voz de inmensidad.
Lo repitieron las gaviotas
con su rumor de aquí y allá.

También lo gritó la herrumbre
de las anclas en profundidad.
" Hace mucho tiempo que
la playa está enamorada del mar. "
Tibia y dorada lo espera
sin poderlo conquistar.

Cada arena es un sueño
que comienza a brillar
para ese viajero incansable
con cambiante corazón de sal
que viene...la acaricia...
la viste de caracolas ,
luego ...sin despedirse
la deja húmeda...y se va...

En un silencio de arenas
guarda, la playa,
su dolor de amar.

024
SOY SÓLO UNA MUJER.

SOY SÓLO UNA MUJER.

Soy sólo una mujer y ya es bastante,
con tener una chiva, una tartana
un «bendito sea Dios» por la mañana
y un mico en el pescante.

Yo quisiera haber sido delineante,
o delirante Safo sensitiva
y heme, aquí,
que soy una perdida
entre tanto mangante.

Lo digo para todo el que me lea,
quise ser capitán, sin arma alguna,
depositar mis versos en la luna
y un astronauta me pisó la idea.

De PAZ por esos mundos quise ser traficante
-me detuvieron por la carretera­
soy sólo una mujer, de cuerda entera,
soy sólo una mujer y ya es bastante.

044
COMO HAN DE SER TUS OJOS.

COMO HAN DE SER TUS OJOS.

Mujer... no tendré un beso de niño para ti
ni de viejo, ni de sátiro...
cuando vengas no besaré tus mejillas
ni tu frente, ni tus labios.

Pondré mi boca en los pliegues
recogidos de tus párpados
y beberé el agua clara
que suba a tus ojos claros.

Trae unos ojos azules, mujer,
trae unos ojos azules,
de un azul tranquilo y claro
que tengo sed...

Sed de peregrino cansado
de muchas jornadas duras
por caminos solitarios
y quiero llevar mis labios
al agua clara y tranquila
de un remanso que refleje
un cielo tranquilo y claro.


047
EL NOMBRE MAS HERMOSO (Leyenda)

EL NOMBRE MAS HERMOSO (Leyenda)


En el mundo indígena, uno de los principios que constituyen el universo es el dolor. Sin embargo, los ojos de ese pueblo penetran en esta realidad sin miedo y la transforman en algo sublime.

Un guerrero miró a su hija recién nacida.Tan hermosa le parecía que no encontraba un nombre apropiado para ella. Todos le sabían a poco. Al fin decidió buscar lo más valioso del mundo y tomarlo como nombre para su primogénita.

Salió muy temprano, cuando aún era oscuro y pensó,"podría llamarla: Silencio, pues es hermosísimo" pero comenzó el amanecer, y el guerrero detuvo sus pasos y dijo: "No, la llamaré: Aurora".

Decidió caminar unas millas más y el día avanzaba, mientras a lo largo de su camino, el guerrero pensaba en llamar a su hija: "Luz, nieve, Flor, Cielo."

Y así recorrió grandes distancias y consultó a muchos hombres instruidos, hasta que finalmente encontró al más sabio de los hombres, que le dijo:

- Tras esta montaña encontrarás a un pastor muy sencillo, acércate a su casa, espera allí y verás lo más valioso del mundo.

Apostado junto a unas rocas el guerrero esperó el momento fijando su mirada en la entrada de la casa, al cabo de unos momentos se abrió la puerta y apareció una niña, el guerrero sintió un escalofrío, la pequeña estaba cubierta de lepra.

En unos instantes, tras la curva del camino, se escuchó la voz del pastor llamando a su hija, el guerrero vio cómo padre e hija se abrazaban y cubrían de besos, y así, volviendo a su casa con lágrimas en los ojos, se dijo:

- La llamaré Heoma-nae-sàn ("amor en el dolor").

034
BAJO LA LLUVIA.

BAJO LA LLUVIA.


¡Cómo resbala el agua por mi espalda!
¡Cómo moja mi falda,
y pone en mis mejillas su frescura de nieve!
Llueve, llueve, llueve,
y voy, senda adelante,
con el alma ligera y la cara radiante,
sin sentir, sin soñar,
llena de la voluptuosidad de no pensar.

Un pájaro se baña
en una charca turbia. Mi presencia le extraña,
se detiene... me mira... nos sentimos amigos...
¡Los dos amamos muchos cielos, campos y trigos!
Después es el asombro
de un labriego que pasa con su azada al hombro
y la lluvia me cubre de todas las fragancias
de los setos de octubre.

Y es, sobre mi cuerpo por el agua empapado
como un maravilloso y estupendo tocado
de gotas cristalinas, de flores deshojadas
que vuelcan a mi paso las plantas asombradas.
Y siento, en la vacuidad
del cerebro sin sueño, la voluptuosidad
del placer infinito, dulce y desconocido,
de un minuto de olvido.
Llueve, llueve, llueve,
y tengo en alma y carne, como un frescor de nieve.

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