Con las pupilas impresionadas

Hemos finalizado nuestro crucero por los fiordos noruegos. Y regresamos con las pupilas impresionadas de tanta belleza natural. No es este un viaje para disfrutar de grandes ciudades, donde recorrer palacios, catedrales o museos. Aquí impera la inconmensurable belleza del paisaje natural de los fiordos.

Los fiordos se formaron principalmente por dos fenómenos conjuntados. Por una parte al derretirse los casquetes de hielo que cubrian el norte del continente durante la era glacial, que produjo un aumento del nivel del mar, invadiendo los valles que a su vez habían sufrido la erosión del propio glacial, tomando forma de U.

En la imagen, de mi autoría, nuestro barco está anclado en la cabecera del fiordo de Geiranger, un fiordo de 15 kilómetros de largo, que en 2005 fue reconocido por la UNESCO como patrimonio mundial. Aproximadamente en su mitad pudimos ver la cascada de "Las siete hermanas" de 300 metros de altura así llamada porque la caída asemeja a los cabellos de siete mujeres. Frente a ella encontramos la cascada de "Friaren" o del Pretendiente. Con su aspecto en forma de botella, a la que el desafortunado pretendiente se aficionó mientras esperaba una respuesta de las hermanas. Una carretera paranámica une la población de Geiranger con otros pintorescos núcleos habitados.

En próximas actualizaciones nos acercaremos a los lugares más emblemáticos de este viaje.