Curiosidades de nuestra identidad

A veces dicen que no tenemos lazos tan fuertes hacia lo nuestro como tienen los ciudadanos de otros países. Yo pienso entonces en las colectividades uruguayas en el extranjero, cuya presencia, color y creatividad asombran a sus vecinos. O pienso que no conozco ningún barrio de Montevideo (y ninguna ciudad del interior) sin cuerda de tambores y/o murgas. También evoco el orgullo de los jóvenes uruguayos (Mejor orientales) enamorados del campo y su desafiante uso de pilchas paisanas en ámbitos
urbanos.
Un amigo paraguayo me hizo notar que el uruguayo que llega por primera vez a Asunción, hombre o mujer, joven o viejo, antes de preguntar por las cataratas o los electrodomésticos pregunta por el legendario ibirapitá (el yvyrapytâ del Solar de Artigas).
No conozco banda de rock nacional que no tome mate
Sí conozco muchas, muchísimas parejas jóvenes urbanas y rurales que se asocian para hacer agricultura orgánica y vivir hasta donde se pueda apostando al trueque. Y entre ellas, muchas parejas que buscan un nombre indígena o afro para su futuro bebé.
Cuando volvieron los restos de Vaimaca Perú muchos jóvenes desocupados interrumpieron por un momento su trámite del pasaporte para participar en el debate sobre dónde debían ser depositados definitivamente los restos. Y debatieron con pasión.
Más allá de las ambiguas posiciones institucionales, la abrumadora mayoría de los jóvenes coincide en que los restos de Vaimaca deben salir de su jaula de mármol, deben ir a la tierra. En las culturas animistas de América, sólo los Incas, los emperadores, querían panteón y sarcófago para blindar su cuerpo y protegerlo después de muerto de la justa furia de los espíritus de los oprimidos. Los que habían amado a los suyos y a la Naturaleza querían ir a la tierra y SER tierra. por eso los indios no hablaban de enterrar a sus muertos, sino de sembrarlos. En el Uruguay se respeta la última voluntad de judíos, evangélicos, católicos, masones, para ser eneterrados según su deseo, y está bien. Quizás uno de los pocos que no está enterrado donde quisiera es Artigas.
Entre nosotros mucha gente cuida sus panteones familiares; pero en el fondo la mayoría de los uruguayos, si pudieran elegir, elegirían la tierra como última morada.
Pero la pregunta de fondo es ¿por qué los jóvenes pobres, abrumados por tantos problemas, han dedicado tanto tiempo a hablar y preguntar sobre Vaimaca?
En el fondo, hay un vínculo directo. El Estado Liberal Antiartiguista nacido el 18 de Julio de 1830 estrenó su Poder excluyendo a los charrúas y hoy exhibe su poder agonizante excluyendo a nuestros jóvenes.
La Historia del Uruguay como Estado Liberal es la historia de las exclusiones (y de los esfuerzos para atraer inmigrantes "blanquitos" con todas las facilidades). Los charrúas primero, la gente de campo después (la gente DE campo no es lo mismo que la gente CON campo), los afroamericanos siempre, los pobres y las mujeres siempre (nos robaron las mujeres hasta de los libros de Historia: no aparecen) todos vamos quedando excluidos de la bacanal de los poderosos señores del neoliberalismo, lamebotas del Poder mundial.
Y los jóvenes lo entienden. Y aquí (o en Barcelona, con una camiseta celeste en la pared) los jóvenes uruguayos desmienten a cada momento que no tengamos identidad. Una identidad bulliciosa que contradice el "síndrome Benedetti" del Montevideano gris y oficinista; una multitud cada vez más pobre que busca la alegría a veces en una cumbia villera, pero siempre en la mano fraterna que no falla. Los de arriba estafan al pueblo, los del medio que no quieren bajar estafan la confianza de parientes y amigos, pero los de abajo sobreviven porque tejen redes solidarias, por suerte invisibles al ojo represor de los que están "sirviendo a la sociedad" (de los de arriba).
Cierto, hay violencia marginal y hay cemento y enterraderos en los asentamientos; pero no es lo mayoritario. Lo mayoritario es esa capacidad creativa, esa vocación solidaria, fundida con las enseñanzas de los nuevos asentados, de estirpe obrera y dolor reciente por el desempleo irreversible. Lo mayoritario es la olla barrial que crea su propia huerta y gallinero para evitar el pedido al político del club barrial. Lo nuevo es el desempleo en las cooperativas donde un joven papá, después del duro trance de decirle a su hijo de tres años que no podía ir más a la guardería porque no tenía plata, fue capaz todavía de sonreír y decirme "Con la flaca estamos aprendiendo a ser pobres, y cuando aprendemos entre muchos, juntos, no es tan malo".
Sí, hay una identidad que no excluye a Bob Marley por suerte.
Quizás aprendamos así que un piquetero argentino, un sem terra brasileño, no es sólo nuestro hermano: es nuestro compatriota. Los extranjeros están en el edificio Libertad., y si no nos jodieran como nos joden, habría que decir de ellos: "pobrecitos".
por Gonzalo Abella