Soñé contigo,
sintiendo la pasión
arrullando mi deseo.

Me vi envuelto
en la vorágine
de una excitación
candente.

Soñé que besaba
cada rincón de tu cuerpo,
desde tus labios
hasta la punta de tus
pies.

El sabor de tu belleza
lo fuí recogiendo
con mi lengua,

sin darte tiempo
a que te vistieras
con el manto del pudor.

Vi reflejada tu desnudez
en mis pupilas,
sintiendo como te
contagiabas de pasión;

como te entregabas
a la excitación
sin temores,
sin escrúpulos.

Fuí bebiendo
la caprichosa desnudez
de tu mórbido cuerpo
con mis manos,

toqué con mis besos
la fragilidad de tu
tersa piel, dejando
en mis labios trozos
de seda,

bañé de ternura
la magnificencia de tu
cuello, dejando marcada
mi excitación en él,

devoré avidamente
uno a uno tus senos
golosamente, con la
pasión en mis labios,

rocé con el deseo tu
vientre aduraznado,
llegando poco a poco
a la íntimidad de tu belleza,

me embriagué con el
sabor ácido que
rociaba a cada caricia
mia el jardín del orgasmo,

mi vista se extasio
al contemplar el tesoro
virginal que guardas muy
estrechamente en tu pudor.

Mil besos de tributo
ofrende a la hermosura
de tus piernas;
verdaderas columnas
de mármol son
tus bien formadas piernas;

extasiado besé
cada rincón de
ellas, cada poro
de tu belleza,

desde la bien formada
línea de tus muslos,
hasta la delicada
línea de tu pantorrilla,

llegando a postrarme
a tus pies con un beso
de admiración a tu cuerpo
mórbidamente bello.

Regresé por el camino
de mis besos, y lleno
de enorme pasión

me encontré con la
grandiosidad de tus
caderas, y no pude

menos que llenarlas
de caricias y besos
sintiendo la pasión
crecer al contacto
de nuestra piel.

Determiné que era
el momento justo
para que juntos viajaramos
a los linderos de
la satisfacción,

que había llegado
la hora de entregarnos
y amarnos hasta
la locura,

que era el momento
de unirnos íntimamente,
como hombre y mujer